jueves, 11 de diciembre de 2014

El anuncio de Ikea




Hay un video pre-navideño que está causando furor en las redes sociales, y no me refiero al del niño discapacitado cantando una canción de Rosario que es absolutamente impresionante. Es otro. El anuncio de Ikea.

Consiste en decir  a diez niños que escriban su carta a los Reyes Magos. Los niños, que normalmente son desobedientes por naturaleza, en cuanto oyen las palabras “reyes magos” obedecen sin rechistar y se sientan y hacen sus particulares peticiones. Luego, a esos mismos niños, se les pide que escriban una carta a sus padres.

Mientras en la primera carta, cada uno escoge una cosa diferente, en la segunda, todos coinciden. Piden a sus padres que pasen más tiempo con ellos.  Luego salen los padres lloricosos como si hubieran hecho algo horrible por no estar más tiempo con sus hijos. Es muy enternecedor y  muy propio de estas fechas que se aproximan. A la gente le ha gustado mucho porque ha sido compartido en las redes sociales infinidad de veces.

A mi no me convence demasiado. Es cierto que hay que pasar tiempo con los niños, jugar con ellos, bañarles, darles la cena etc, pero los que no pueden hacer eso todas las veces que les gustaría, no deben sentirse culpables.

Se hace lo que se puede y se hace lo mejor que se puede. Los fines de semana los parques están llenos de niños con sus padres; durante las vacaciones se hacen planes con ellos, se ven las luces de navidad, se cocina algún postre con ellos, y se saca tiempo de donde no lo hay para que ellos estén contentos.

Los niños no pueden esclavizar a los padres ni hacerles sentir mal. Pasamos mucho tiempo organizándoles planes, llevándoles  de un sitio a otro y siempre van a pedir más. Ellos son niños; pero nosotros no somos monitores de tiempo libre.

Me sigo quedando con el anuncio de El Almendro.





lunes, 8 de diciembre de 2014

Los inoportunos


Pongámonos en situación, supermercado lleno hasta la bandera,  una cola larguísima y una cajera que no tiene ninguna prisa.

Nuestro carro lleno de cosas de las cuales la mitad no hacen falta, no sirven para nada y algunas ni siquiera sabemos lo que son. Las han cogido los niños sin que nos diéramos cuenta. Que habilidad.

Durante el tiempo que estamos en la fila de la caja, los niños tocan y desordenan todos los chicles y chocolates. No dejan ni uno en su sitio. Y ya nos toca. Empezamos a sacar las cosas.  Los niños, con toda su buenísma voluntad, intentan ayudar...tiran dos o tres cosas al suelo, agáchate entre el carro y la caja, no cabes, tiras la pila de cestas apiladas, y cuando ya esta todo encima de la cinta que se mueve siempre inoportunamente, suelta uno de los niños "me hago pis"…

El mundo se para. La cajera te mira con cara de espanto; de repente tiene un poco mas de prisa. Los de detrás empiezan a moverse nerviosos y el niño en cuestión a dar saltitos diciendo "no aguanto, no aguanto". 

Es falso. Aguantan. Giran, bailan y hacen contorsiones pero aguantan. Se les puede distraer con alguna  de las mil cosas que han metido en el carro, la mitad de ellas no les gustan, pero si escogemos una que les guste, tenemos unos minutos de margen para cargar la compra y desaparecer. 

 

lunes, 1 de diciembre de 2014

El "clac"


Hay momentos en la vida de una madre que marcan un antes y un después. Un punto de inflexión en el que uno se da cuenta que se ha quitado un gran peso de encima, siente que ya nada va a volver a ser como antes y que su vida comienza a tener sentido de nuevo. Ese instante, que durará toda la vida, no se olvida en mucho tiempo. No es comparable a nada, ni siquiera a momentos como quitar el chupete o tirar a la basura el sucio y baboseado peluche al que se ha abrazado durante interminables noches .

Cuando te subes en el coche y oyes el “clac” del cinturón de seguridad sientes una felicidad indescriptible. ¡¡¡Se saben atar solos!!! Se acabaron los contorsionismos en el coche, ya no hay doblarse en unas posturas imposibles mientra sujetas las llaves con los dientes. Se terminaron las lesiones en el cuello y pillarse los dedos con los cierres diseñados para complicarnos la vida.

Cuando estas intentado atar a varios niños a la vez y el cinturón no llega, que a nadie se le ocurra hablarte....está científicamente comprobado que el silencio ayuda a que esos dos centímetros que faltan para que la dichosa cinta negra se cierre, se alargan por arte de magia.